
Creo que no estamos acá para funcionar.
Estamos acá para sentir, crear, conectar y dejar una huella real.
Soy Nashira.
Investigo el propósito.
Pero más que investigarlo, lo habito.
Lo persigo.
A veces lo pierdo.
Y, sobre todo, lo transformo en preguntas, proyectos y piezas vivas.
Conectar.
The Purpose Lab nació después de un silencio. De un “basta” suave, pero contundente.
Venía de años de trabajar en consultoría internacional, liderar proyectos de datos y salud pública, medir, evaluar, presentar.
Y aunque solía amar mucho de ese camino, dejó de tener sentido.
El nacimiento de mis hijas, el arte, y una necesidad profunda de reconectar conmigo misma me llevaron a crear este laboratorio. Un espacio donde pudiera unir lo que sabía con lo que sentía.
Un lugar donde los datos también hablen de personas. Donde el análisis no excluya la emoción. Donde lo profesional y lo personal no tengan que separarse para ser válidos.
Lo que me mueve
Me mueven las historias verdaderas.
Las que no buscan brillar, pero iluminan.
Me conmueven las personas que se animan a preguntarse si lo que hacen tiene sentido.
Las que frenan, dudan, sienten, y aun así siguen.
Me mueve el deseo de crear belleza con intención.
De usar el conocimiento como puente, no como escudo.
De construir un mundo más humano, donde la estrategia no esté peleada con el alma.
Y, sobre todo, me mueven ellas.
Mis hijas.
Dos pequeñas maestras que me enseñan a estar presente, a mirar con ternura, a volver a lo simple y a lo verdadero.
Gracias a ellas, entendí que el propósito no se grita. Se habita. Se cuida. Se ofrece.
Cada día, con amor, con dudas, con verdad.
Mi metodología
EEn The Purpose Lab conviven tres lenguajes que durante mucho tiempo llevé por separado: el análisis riguroso, la sensibilidad artística y la escucha humana.
Vengo del mundo de los datos, los indicadores y las metodologías estructuradas. Aprendí a mirar la realidad con profundidad, a ordenar el caos y a traducir lo complejo en algo comprensible. Pero con el tiempo entendí que la información, sin alma, no transforma. Que medir no alcanza si no sabemos sentir.
Hoy mi forma de trabajar integra la razón con la belleza y la estrategia con la emoción. Uso el arte como lenguaje para explorar lo invisible y la escucha como puente para acompañar procesos desde lo humano.
De esa mezcla nacen recursos que inspiran, consultorías que sienten, piezas de cerámica que dicen sin palabras y experiencias que no siguen moldes, pero sí propósito.
Porque creo en un hacer más auténtico, más lento, más verdadero.
Uno que no empieza por el resultado, sino por volver a vos… para que, desde ahí, todo lo demás tenga sentido.
